Visita a la ciudad más pequeña del mundo
Se puede esperar que un lugar con su propio castillo, su propia residencia episcopal e incluso –otrora-, su propio tribunal, sea algo mayor de lo que en realidad es.
Se puede esperar también que vivan allí más de las nueve personas que habitan dentro de sus muros medievales.
Lo que hoy parece ser una aldea dormida e incrustada en la esquina del sudeste de Suiza fue una vez un lugar principesco.
En el siglo XIV, Fürstenau (Fürst = el príncipe) se convirtió oficialmente en una ciudad cuando le concedieron el derecho de crear su propio tribunal de justicia y su horca y cuando se aprobó que podía tener un mercado, dos veces por año.
Sólo se necesitan algunos minutos para pasear alrededor de toda la ciudad y encontrarse con la mitad de sus residentes (Ver vídeo). Encontré a Hans Weber cuando se enteró de que un periodista estaba en la ciudad. Con una guía de los tesoros arquitectónicos de Fürstenau en la mano, vino a saludarme.
"No hay muchos lugares como éste", dice el restaurador de arte en su taller mientras sumerge un tapón de algodón en alcohol y comienza a limpiar siglos de polvo de una vieja pintura.
Viviendo la historia
"Es muy romántico vivir aquí y también es vivir la historia. Como restaurador vivir en un lugar como éste es como estar un poco más cerca del cielo".
Weber ha sido encargado de restaurar las tapicerías recuperadas del ático del castillo de Fürstenau que, con amor, ha sido convertido en un pequeño hotel y restaurante.
"Cuando describo el lugar, siempre tengo que decir a la gente que es una ciudad y no una aldea", explica Andreas Caminada, jefe de cocina, cuando se sienta en el salón artesonado de madera del restaurante.
"Debo explicar también que esto tiene dos castillos (el hotel y la residencia del obispo), pero es muy pequeño".
Caminada y su asociada han recibido apreciaciones elogiosas por la calidad gastronómica de la cocina que sirven y altas distinciones por los cuatro cuartos de huéspedes diseñados con un gusto en el que se mezclan lo antiguo y lo moderno.
Renacimiento
El restaurante del hotel es la prueba más visible de que Fürstenau vive un renacimiento, aunque en una escala muy modesta.
El conjunto de edificios y árboles cercados dentro de sus antiguos muros han sido durante mucho tiempo reconocidos como un patrimonio de importancia nacional.
A pesar de que esta condición de patrimonio no ha impedido que muchas construcciones caigan en la ruina.
"Esto me recuerda la historia de la Bella Durmiente del bosque", recuerda Weber cuando describe la casa que compró y devolvió a la vida.
"No había sido habitada durante casi 100 años. El tejado estaba agujereado y todas las ventanas estaban rotas", dice.
"Lo primero que tuvimos que hacer fue cortar la hiedra que cubría las paredes exteriores. Tuvimos que quitarla y llenamos un camión".
La casa de Weber está en el centro de la ciudad, sólo a pocos metros de la gran mansión del obispo, al este y del castillo, al oeste. Atravesando la ruta, viven Karli y Christina Kälin.
Con fantasmas
Los jardineros del castillo y únicos agricultores de Fürstenau se dirigen a través de la calle para juntar en manada sus ovejas y llevarlas a pastar.
"El castillo solía ser encantado, pero los fantasmas lo abandonaron cuando fue renovado", señala Karli Kälin.
"No eran realmente fantasmas, sino lirones que solían hacer mucho ruido durante las noches", añade.
Los Kälin, como todos los otros siete residentes de Fürstenau no son originarios de la región, pero fueron atraídos al lugar su encanto.
"Nos gusta la paz y la calma", confirma Kälin. "Son las viejas casas y la historia", agrega Caminada.
"Un lugar como éste es una excepción", observa Weber.
swissinfo, Dale Bechtel, en Fürstenau.
(Traducción: Jaime Ortega)
Datos clave
Fürstenau está situada 40 kilómetros al sur de Chur, en el cantón de los Grisones, al sudeste de Suiza.
La colección de edificios dentro de los muros medievales es un sitio del patrimonio nacional.
Fürstenau fue declarada ciudad en 1354, cuando se le concedió el derechos a tener un tribunal de justicia y a realizar mercados dos veces por año.

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