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Democracia

Suiza – una democracia de dos velocidades

Suiza es una democracia reconocida. Sin embargo, es una democracia completa solo desde 1971, cuando los hombres concedieron el derecho de voto a las mujeres. En cambio, la población extranjera, que representa un 25% de los 8,6 millones de habitantes del país, carece de derechos políticos a nivel federal.

Este contenido fue publicado el 04 marzo 2020 - 11:00
Philip Schaufelberger (ilustración)

Los extranjeros pagan impuestos y cotizan al sistema de pensiones y al seguro de desempleo. Y su consumo impulsa la economía nacional. Sin embargo están privados de derechos políticos, lo que los convierte en ciudadanos de segunda. 

Paola Palmieri es una de ellos. “Nació en 1977 en Basilea. La fecha de entrada en el país en mi permiso de residencia es mi fecha de nacimiento. He hecho todos mis estudios aquí y aquí me siento en casa”, dice. Sin embargo, Paola solo puede participar en la vida política en Italia, de donde son sus padres. Y es que en Suiza solamente pueden ejercer sus derechos a nivel federal los ciudadanos que tienen la nacionalidad suiza. 

A un nivel estatal inferior, la situación es distinta. En dos de los 26 cantones de Suiza – Neuchâtel y Jura – los ciudadanos extranjeros pueden votar y elegir a sus representantes a nivel cantonal. 

Y hay cinco cantones que han concedido el derecho de voto a la población extranjera a nivel municipal: Friburgo, Vaud y Ginebra, además de Neuchâtel y Jura.  

Existe una brecha entre la Suiza francófona y el resto del país en lo que se refiere al derecho de voto para los ciudadanos extranjeros. 

En tres cantones de la región de habla alemana –Appenzell Rodas-Exteriores, Basilea-Ciudad y los Grisones– los municipios pueden decidir si conceden o no el derecho a voto a sus residentes extranjeros. 

La población extranjera tiene garantizada la participación política en 600 de los 2 202 municipios de Suiza. 

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A escala nacional, la concesión del derecho de voto a los extranjeros no tiene ninguna posibilidad. “Quien no tiene el pasaporte rojo, tampoco tiene voz ni voto”: es la posición mayoritaria que defienden el centro y la derecha. “El derecho de voto no puede ser gratuito, tiene que ser el resultado de un compromiso, el de la naturalización”, señala Thomas Burgherr, diputado de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora). 

Por esta razón, los pragmáticos concentran sus esfuerzos en el ámbito municipal. Uno de ellos es Joachim Blatter, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Lucerna. Suiza excluye a más personas del sistema democrático que la mayoría del resto de los países europeos, afirma Blatter. El politólogo aboga por un derecho de voto para todos los ciudadanos que hayan residido al menos cinco años en un municipio. 

Joachim Blatter es un ejemplo de una nueva dinámica que se observa principalmente en las ciudades, entre ellas Zúrich y Basilea. Pero el derecho de voto para los extranjeros se debate también en las regiones de montaña. En Saint-Moritz, por ejemplo. 

El municipio de Kloten, que da nombre al aeropuerto de Zúrich, organiza lansdemeinden (asamblea popular donde se vota a mano alzada) para todos sus residentes – suizos y extranjeros, incluidos los niños y jóvenes que no han cumplido todavía los 18 años. 

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