El cartero no siempre llama dos veces
El Servicio Postal Suizo se reduce. El “gigante amarillo” anuncia el cierre de cientos de oficinas regionales y la supresión de 1 200 puestos de trabajo. Esto provoca resistencia en todo el país. El Parlamento quiere intervenir al respecto.
La campana de la iglesia y la oficina postal representan el centro de un pueblito helvético. En 1970, el correo estaba presente en todo el territorio con más de 4 100 oficinas postales. En 2000 se redujeron a 3 200. Las reestructuraciones siguieron. Hoy solo son 1 400.
Aún son muchas, según los jefes de CorreosEnlace externo, que buscan reducirlas a 800 o 900 para finales del 2020. Los recortes anunciados estas semanas, y que conciernen a 16 de los 26 cantones suizos, provocaron protestas de la parte de sindicatos, asociaciones de consumidores, ciudadanos y representantes políticos de las comunas concernidas.
Y no son solo las regiones periféricas las afectadas. Desde hace años, las aglomeraciones y las ciudades también han visto reducciones.
El mapa interactivo publicado en febrero por el sindicato SyndicomEnlace externo da una idea de las oficinas postales que ya están en fase de cierre (en rojo) o que están amenazadas de ser clausuradas (naranja).
El argumento de los cambios es la digitalización. La cifra de negocios de la distribución postal descendió 63% desde el 2000, mientras que los pagos efectuados en las oficinas postales disminuyeron un 37%.
El transporte de paquetes de los correos suizos también se redujo 50%, pese al creciente comercio en línea de productos. La razón: la liberalización en ese sector. Correos solo dispone del monopolio para la entrega de cartas o paquetes de menos de 50 gramos. Esto ha provocado la llegada de competidores internacionales al mercado helvético, mientras que los grandes comercios desarrollan su propia red de distribución de sus mercancías.
Pero los negocios marchan bien para el gigante amarillo, como se le conoce al Servicio Postal Suizo, una empresa transformada en 2013 en sociedad anónima, pero que sigue al 100% en manos del Estado. En 2016 realizó un beneficio de 558 millones de francos, ganancias que provienen principalmente de los servicios financieros que ofrece. Pero si solo hablamos del correo tradicional, tuvo pérdidas de 200 millones de francos en 2016.
Para hacer frente a esta situación, Correos inició un proceso para modificar sus prestaciones. Las cartas se entregan solo una vez al día y los carteros ya no llegan hasta la puerta del hogar del remitente, si se trata de un edificio departamental. Correos ya no se ocupa, tampoco, de entregar el sobre con las rentas de la pensión a los ancianos.
Las oficinas postales que subsisten han sufrido transformaciones mayores para ser más rentables. La diversificación de su oferta ha significado que se parezcan cada vez más a una tiendita que vende diversos productos, entre los cuales, ordenadores, tabletas, teléfonos móviles y accesorios; objetos que precisamente han precipitado el fin de las actividades tradicionales de sus servicios postales.
O la transformación ha sido a la inversa: los servicios postales han sido integrados en los negocios de alimentos, farmacias, oficinas de turismo, en las ventanillas de algunas estaciones ferroviarias o en las administraciones comunales. Las oficinas postales tradicionales dejan así lugar a las denominadas “agencias postales”, en donde un socio opera bajo el mandato de Correos.
Los clientes pueden hacer uso de las prestaciones más solicitadas en esos puntos, aunque no se ofrece la gama completa de los servicios y consejos garantizados hasta ahora en las oficinas. Al menos 1 200 de esas agencias postales están en funciones de aquí al 2020.
También el cierre de las oficinas postales se compensará, en parte, con la apertura de 500 o 700 puestos automáticos, donde será posible recibir y enviar paquetes y sobres recomendados. En total, más de 4 000 “puntos de acceso” a los servicios postales se establecerán a finales de esta década, asegura Correos, que rechaza firmemente las acusaciones de desmantelar el servicio público.
El creciente descontento de la gente y de los gobiernos comunales comenzó a inquietar a tal grado que llegó a oídos de los legisladores. Hace unos días la cámara baja aprobó una serie de propuestas para garantizar un servicio de calidad y una red postal densa. Entre ellas, una moción para que Correos se comprometa a asegurar las prestaciones logísticas en cada región y un servicio universal garantizado para el tráfico de pagos.
La ministra de la comunicación, Doris Leuthard advirtió que los servicios postales helvéticos siguen siendo “los mejores en toda Europa”, como se indica en un estudio publicado en mayo por la Unión Postal Universal. En su opinión, las alternativas ofrecidas son válidas. Sobre el servicio público, este artículo:
Y en la tarea de no dejar a nadie sin servicio, Correos de Suiza ya realiza pruebas con drones para sus entregas:
Para los suizos de ayer y de hoy, el correo es un elemento esencial también en su activa vida democrática. El 90% de los votos llega por correo a las urnas:

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