Praga: libertad de prensa y de comercio
Casi 15 años después del derrumbe del comunismo, en la República Checa no hay más huellas de propaganda, censura o monopolio de la información del Estado.
Pero la euforia por la conquista de la libertad de expresión fue apagada hace años, y remplazada por nuevos intereses económicos.
Praga 2003. En los históricos cafés, donde alguna vez se sentara Kafka, se respira un aire de libertad. Periódicos y revistas de todo tipo circulan en las mesas, mientras en el bar la radio o la televisión hacen compañía a clientes con aire de distraídos.
Algunos anticuados cafés literarios han sido transformados en nuevos cafés Internet, donde los jóvenes pasan el día navegando en la red mundial más grande.
La República Checa ha vuelto al corazón de Europa, tal como la gente lo deseaba desde hace mucho tiempo. También sus medios de información se asemejan cada vez más a los de Europa Occidental.
La prensa escrita refleja una imagen pluralista y democrática, decenas de estaciones radiofónicas privadas llenan el espectro, y el país tiene a su pequeño Berlusconi que puso contra las cuerdas a la televisión pública nacional.
La euforia de los años noventa
Pero, ¿qué cosa cambió? “Nada”, responden a menudo los checos, un poco por ironía, un poco por amargura. Y sin embargo, como dicen los sondeos de opinión, sólo una minoría de la población estaría de acuerdo con volver al pasado.
Parcialmente desilusionados por los grandes cambios, algunos parecen haber olvidado que la República Checa, como los países vecinos, fue durante varios años un laboratorio de investigaciones y de experimentación en todos los campos. También en la información.
“Al comienzo de los años noventa se vivió por estos lados un periodo de euforia total. La gente tenía hambre de libertad, de viajes e información. Quería experimentar cada cosa”, recuerda Mark Kohout, responsable del desarrollo empresarial de Ringier en Europa centro-oriental.
“La población quería aprovechar al máximo la nueva libertad de prensa y de opinión. Conozco mucha gente que en esos años compraba diariamente entre 5 o 6 periódicos para comparar las fuentes, para seguir los debates”, afirma con entusiasmo Uwe Müller, director del Prager Zeitung.
Nuevas estaciones radiofónicas y televisivas aparecieron como hongos. Los antiguos órganos de información, abandonados por el Partido Comunista, se transformaron y fueron mantenidos vivos inicialmente por periodistas.
Después, durante los primeros años de la década de los noventa, grupos de inversores occidentales aparecieron en Praga en búsqueda de fáciles presas, aún demasiado débiles desde el punto de vista económico.
Standards occidentales
Las inyecciones de capital occidental contribuyeron ciertamente al desarrollo de una nueva generación de medios de comunicación, libres y democráticos. Pero el actual predominio de los editores extranjeros amenaza con volverse asfixiante.
“No es seguramente positivo el hecho de que el único periódico importante que quedó en manos checas sea el diario Pravo, el ex órgano oficial del Partido Comunista Rude Pravo”, advierte Gerold Schubert, redactor de Radio Praga.
También para Uwe Müller la dependencia del extranjero se está volviendo problemática. “En el plano de la información, los editores extranjeros dejan, generalmente, total libertad de maniobra a las redacciones locales. A cambio, imponen un claro dictamen comercial.
En otras palabras, las publicaciones deben ser ante todo rentables. Casi todos los medios checos, desde los electrónicos a la prensa escrita, luchan por conquistar al gran público, a veces a expensas de la calidad.
“Hacer dinero vendiendo mantequilla e información no es la misma cosa. Pero más que un problema de los ex países comunistas, se trata de otro fenómeno provocado por la globalización de la economía”, señala Uwe Müller.
Elección fundamental
“La principal diferencia, entre Este y Oeste se refiere probablemente al volumen publicitario que es netamente inferior al de los medios occidentales”, subraya Mark Kohout.
La torta publicitaria es aún demasiado pequeña. Las publicaciones especializadas, destinadas normalmente a un público reducido, tienen, en consecuencia, pocas posibilidades de sobrevivir.
En la República Checa se espera con impaciencia el 1 de mayo del 2004, fecha de la adhesión a la Unión Europea que debería reforzar las bases económicas y el nivel de vida de la gente.
Los checos ganan en promedio 800 euros (1200 francos) mensuales, monto que explica el retraso acumulado en algunos sectores de las nuevas tecnologías de la información. Sólo el 20% de la población dispone por ejemplo de un computador y de una conexión privada a Internet.
Para Alan Levy, director del semanario Prague Post, los checos estarán todavía durante algunos años obligados a escoger entre dos cosas: “Utilizar el poco salario sobrante del fin de mes para Internet o gastarlo en los modernos supermercados que aparecieron en todo el país.
swissinfo, Armando Mombelli, Praga
(Traducción: Alberto Dufey)
Datos clave
10.000.000 de personas viven en República Checa.
800 euros es el ingreso medio per cápita.
8% es la tasa de desocupación.
Contexto
En el plano de la información, los editores extranjeros dejan generalmente total libertad de maniobra a las redacciones locales. A cambio, imponen un claro dictamen comercial.
Las nuevas publicaciones deben ser ante todo rentables.
Casi todos los medios checos, desde los electrónicos a la prensa escrita, luchan por conquistar al gran público, a veces a expensas de la calidad.

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