Leutenegger: el culto a la personalidad a través del arte
Una exposición de la artista suiza Zilla Leutenegger, titulada 'Welcome in my dress, pour Elise & Tracey', con obras que combinan las imágenes de vídeo con el dibujo, fue inaugurada en el centro de arte moderno 'Podewil' de Berlín, bajo el patrocinio de la Fundación Pro Helvetia y la embajada de Suiza en Alemania.
"Berlín vibra, es un laboratorio gigantesco, que prueba todo y de todo, y que acepta o rechaza lo que experimenta", afirmó Heinz Walker, consejero cultural de la sede diplomática, en un mensaje pronunciado durante el acto de apertura de la muestra.
Con la representación del embajador, Thomas Borer -quien se encuentra en Suiza-Walker añadió que "para los experimentos se necesitan plataformas. Y en ese sentido, el centro Podewil tiene una posición sobresaliente".
Explicó que el sitio en que permanecerá abierta al público, hasta el próximo 23 de junio, la exposición de la artista suiza "ofrece espacios para todas las ramas de la cultura y se ha convertido en un taller y lugar de encuentro muy apreciado en los ámbitos culturales de la ciudad".
Nacida en Zúrich en 1968, Leutenegger reside alternativamente en esa ciudad suiza y en Berlín y este año ha sido invitada como "artist in residence" por Podewil, tras haber participado en 1999, con dos trabajos en vídeo, en la exposición 'Come in and find out, vol. 2' dirigida por la artista alemana Klara Wallner.
Perteneciente a una generación que ha hecho suyos los nuevos medios artísticos, aunque manteniendo su fidelidad a los antiguos géneros, como el dibujo y la pintura, Leutenegger acostumbra a abordar aspectos autobiográficos en sus obras.
Las experiencias personales y los anhelos de la artista, su visión individual del mundo se mezclan con documentos e imágenes oníricas, que toman siempre como punto de partida su propia biografía, artísticamente complementada con la mezcla y fragmentación de diferentes medios.
'Dream as drawing' es el título del primer vídeo-dibujo de Leuntenegger; obra en la que la artista helvética enlaza el dibujo clásico con el uso del moderno medio electrónico. Por ejemplo, Zilla Leutenegger dibuja el interior de su dormitorio con ayuda de un programa de computadora.
El espectador entra en la esfera privada de la artista, ve la cama en la que yace dormida y cubierta con un acolchado de plumas. En un 'blue box' (pequeño estudio con fondo azul) Leutenegger registra con la cámara todos sus movimientos mientras duerme, procesa las imágenes esquematizándolas como si fueran un dibujo y las introduce finalmente en el interior del dormitorio que ha dibujado.
En sus obras 'Smoke 2000' y 'Jungle 2000', Leutenegger mantiene el desarrollo de la técnica de las grabaciones en vídeo. Las protagonistas de ambas obras son figuras de la revista Vogue dibujadas y mezcladas con imágenes en movimiento. En estos trabajos la artista trata de confrontar al observador con temas aparentemente banales, simulando ante él un mundo intacto.
'Zipcode 2000', otro vídeo-dibujo, tiene como fondo el dormitorio de Zilla Leutenegger. En una de las paredes hay un dibujo en el que la artista muestra a una mujer, animada por computadora, que habla por teléfono.
Un trabajo similar, titulado 'Mamoru 2001', muestra a la artista como un dibujo animado, apoyada a la pared y telefoneando en japonés. Ambas obras están tan reducidas en sus formas y movimientos que recuerdan películas de dibujos animados.
Pero, esa impresión se desvanece una vez que el observador mira más atentamente las imágenes, ya que los movimientos de ambas mujeres parecen demasiado naturales como para haber sido solamente dibujados.
Las obras de Leutenegger transmiten distintos significados a diversos niveles.
La muestra incluye dos vídeos con textos, titulados 'Todo será para bien' y 'Piscina cubierta', así como una vídeo-instalación, denominada 'El hombre en la Luna'.
Recientemente la artista ha producido grandes autorretratos de tres por tres metros que también forman parte de la exhibición. Las imágenes muestran a Leutenegger como diva, como frío "callboy", como Che Guevara, como Jesús o como pequeña Zilla.
La artista suiza, con un predominante culto a su propia imagen, parece soñar. Los espectadores la observan, comparten aparentemente sus sueños y participan, sin percatarse de ello, en su viaje interior.
Precisamente aquí se produce un momento extraño y enigmático que lo dice todo de forma inefable, que muestra la personalidad de la artista procurando evitar por todos los medios posibles caer en el exhibicionismo.
Mientras tanto, la artista suiza continúa su búsqueda, experimenta, pero ninguna de sus obras indica al observador hacia dónde se dirige con sus realizaciones, fuertemente cargadas por la admiración hacia su propia imagen.
Juan Carlos Tellechea, Berlín

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