El taller de Balthus en un bosque de Suiza
El célebre pintor francés de origen polaco vivió y trabajó durante 24 años en la campiña del cantón de Vaud, cerca de Château-d’Oex.
Balthus, pintor metafísico de gatos y adolescentes sensuales, con su segunda esposa, Setsuko, se estableció en el renombrado Grand Chalet, de Rossinière.
“En el fondo, vinímos aquí por mi nostalgia de la montaña. Rossinière me ayuda a avanzar, a pintar (...) Aquí reina una especie de paz. La fuerza de las cimas, el peso de las nieves que las rodean, su masa blanca, la calma plácida de los chalets dispersos en los alpes, el tintineo de los cencerros, la regularidad de las pequeñas ferrovias que serpetean en la montaña: todo invita al silencio”.
De este modo, Balthus, seudónimo de Balthazar Klossowski, Conde Rola, (1908-2001), el pintor metafísico de los gatos y de las adolescentes sensuales y maliciosas, recuerda en sus ‘Memorias’ las sensaciones que le inspiraba el paisaje encantador donde decidió vivir en 1977. Con Setsuko, su segunda esposa, de origen japonés, adquirieron aquel año el Grand Chalet, monumento histórico de Rossinière que precisamente en este 2004 festeja 250 años de vida.
Allí instalaron su taller en un ambiente especial también por la luz, particularmente adaptada para la pintura. “El día que viene hará progresar el cuadro que desde hace tiempo está en elaboración. Quizá sólo falta un pequeño toque de color y la larga meditación frente a la tela. Sólo esto falta, y la esperanza de domar el misterio”, prosigue el pintor en sus ‘Memorias’.
El chalet en los Alpes suizos
Hoy, la viuda, Setsuko Klossowska de Rola, custodia las memorias de Balthus. También pintora, descendiente de una antigua familia de samurais, de Kyoto, vive sola en el gran Chalet, aunque recibe las visitas de la hija Harumi. Sin embargo, la condesa Setsuko no se considera intimidada. Por el contrario, parece estar protegida por una divinidad. Tiene la misma sensanción que tuvo durante el primer ingreso al edificio con su marido, hace tantos años.
“Debió ser el destino el que nos trajo a este lugar. Llegamos la primera vez por azar, con amigos de Gstaad, a tomar un té”, recuerda.
“En aquella época el Gran Chalet era un hotel donde se habían hospedado, entre otros, Victor Hugo y Alfred Dreyfuss. Vivíamos en Italia. Balthazar, desde 1961, dirigía en Roma la Academia de Francia. Sin embargo, el médico le había aconsejado trasladarse por razones de salud a las montañas. Así surgió nuestra exploración de Gstaad y Rossinière. Apenas entramos al Gran Chalet, la madera nos envolvió con su calor, la atmósfera nos pareció extraordinaria, como la de una vieja casa japonesa. No dudamos. En realidad, fue el chalet el que nos escogió a nosotros”, precisa la viuda del artista.
Dicho y hecho: en pocos meses los Balthus se pusieron de acuerdo con el entonces propietario, Devenish, y, en 1977, se trasladaron a Rossinière donde el pintor pasaría los últimos 24 años de su vida.
Larga relación con la montaña
El traslado al cantón suizo de Vaud fue un reanudamiento de los vínculos con Suiza que en verdad existían desde hacía mucho tiempo, prácticamente desde siempre.
Ya en 1917, el pequeño Balthazar se había mudado de París a Berna y luego a Ginebra. En estas ciudades suizas frecuentó las escuelas y, durante el verano, pasaba sus vacaciones en Beatenberg, localidad alpina, cerca de Thun. La primera esposa del pintor era suiza y su gran amigo y maestro fue Alberto Giacometti.
En 1937, la pintura titulada ‘La montaña’ fue inspirada a Balthus por su paseos en el altiplano de Berna y, en 1943, fue organizada en Ginebra una exposición de sus obras. En Ginebra el pintor habitó la Villa Diodati que fue domicilio por algún tiempo del poeta inglés Lord Byron. En fin, en Rossinière, Balthus encontró la tranquilidad para producir las obras de la madurez.
La vida cotidiana en Rossinière
La vida en el Gran Chalet transcurría de manera apartada, con la mujer y la hija, huyendo de la fama y del contacto con el mundo. El mismo Balthus lo dice en sus ‘Memorias’: “Amo las horas pasadas mirando la tela, meditando frente a ella y contemplándola. Son horas incomparables en su silencio. Durante el invierno la gran estufa protesta. Ruídos familiares del taller. Los pigmentos mezclados de Setsuko, el movimiento del pincel sobre la tela: todo es reabsorbido por el silencio. Un silencio que prepara al ingreso de las formas en la tela, en su misterio (...)”.
La Señora Setsuko explica que la actividad cotidiana de Balthus era metódica y regular. Pintaba sólo con la luz del día, desde el alba hasta el crepúsculo, rodeado de numerosos gatos que aún hoy corren silenciosos por los pasillos del Gran Chalet.
“Mi marido era apasionado de su trabajo, siempre fue prisionero de sus búsquedas. Gozaba cuando había logrado lo que quería en sus cuadros. Era la meta de su existencia. Se levantaba temprano e inmediatamente después del desayuno comenzaba a pintar en su taller situado en una dependencia del Chalet. Entre otras cosas, este es el único de sus talleres que ha quedado intacto, con la atmósfera y los colores de entonces”, añade la viuda.
“Trabajaba todo el día, sin la comida del mediodía, para aprovechar mejor la luz del norte que es importante para un pintor porque es fría, no se mueve. Paraba hacia las cinco de la tarde, comía algo y voilvía al taller para limpiar los pinceles o subía a la habitación a consultar sus libros predilectos sobre el Renacimiento italiano, en particular sobre Massaccio y Piero della Francesca, que no por acaso ejercieron una gran influencia en su arte”, anota con detalles la Señora Setsuko.
Actualmente, la viuda del pintor, metódicamente, sigue pintando, protegida por la atmósfera del Chalet y por el espíritu del pintor que flota aún en el gran castillo de madera.
swissinfo, Alessandra Zumthor
(Traducción: Jaime Ortega)
Datos clave
Balthazar Klossowski de Rola nació en París el 29 de febrero de 1908.
Surge en 1921 con la ilustración de un libro, 'Mitsou', con prefacio de Reiner Maria Rilke.
Prefiere una pintura realista de esencia misteriosa y fuera del tiempo y las vanguardias.
Contexto
Balthus se establece en Suiza en 1977.
De origen polonés, Balthazar Klossowski de Rola fue hijo de una familia de artistas poloneses.
Falleció el 18 de febrero de 2001 en el Gran Chalet de Rossinière.

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