¿Los relojeros suizos sobrevivirán al siglo XXI?
Ya no necesitamos un reloj para saber qué hora es. ¿Por qué entonces la industria relojera suiza no solo sobrevive, sino que sigue prosperando?
- Deutsch Überleben Schweizer Uhrenhersteller ein weiteres turbulentes Jahrhundert?
- Português Indústria relojoeira enfrenta o futuro
- 中文 瑞士制表商能否再次在百年危机中得以幸存?
- Français Les horlogers suisses survivront-ils au 21e siècle?
- English Can Swiss watchmakers survive another century of disruption? (original)
- Pусский Швейцарские часовщики и век «великих потрясений»?
- 日本語 スイスの時計メーカーは21世紀を生き残れるか?
- Italiano Gli orologiai svizzeri possono sopravvivere a un altro secolo turbolento?
La industria relojera tradicional se ha salvado muchas veces del naufragio, a pesar de los pronósticos que anunciaban su inminente desaparición. Bajo la espada de Damocles desde hace décadas, ha aprendido a adaptarse a las nuevas tecnologías.
A diferencia de la industria relojera británica, que desapareció hace tiempo, las marcas suizas sobrevivieron a la producción industrial de inspiración estadounidense del siglo XIX imitando sus procesos.
La crisis del cuarzo de los años setenta constituyó otro importante desafío. Aunque la tecnología de los relojes de cuarzo fue inventada en Suiza, al principio no gozó del favor de los productores helvéticos.
Pero sus competidores japoneses, como Seiko, adoptaron los movimientos de cuarzo, lo que les permitió ofrecer piezas más baratas y más precisas que cualquier reloj suizo. Varias empresas suizas no sobrevivieron a esa crisis. Finalmente, se encontró una respuesta bajo la forma de los relojes Swatch.
Otro reto llegó con el lanzamiento del Apple Watch y otros objetos relacionados que, aunque no es su principal argumento de venta, también dan la hora.
La marca Apple vende ahora más relojes que todas las empresas relojeras suizas juntas. Hasta ahora, solamente unos pocos fabricantes suizos que producen relojes más asequibles se han aventurado en este nuevo segmento.
La mayoría de los demás fabricantes prefieren dedicarse a lo que mejor saben hacer: producir relojes finos para los más ricos. En los últimos años, las casas relojeras helvéticas han seguido subiendo de categoría.
La gran demanda de determinados relojes, con precios que se disparan en el mercado secundario, ha provocado también una mayor concentración de los beneficios en favor de unas pocas marcas que acaparan gran parte de los beneficios del sector.
Esta tendencia a vender menos relojes, pero a un precio cada vez más alto, podría conducir a un círculo vicioso. Debido a la falta de volumen, la industria puede tener más dificultades para conseguir los fondos necesarios para financiar la innovación.
En un mercado dominado por los gigantes de la industria del lujo y unas pocas casas grandes y prestigiosas (Rolex, Patek Philipp, Audemars Piguet), las pequeñas marcas independientes logran aún hacerse un hueco. Es el caso del artesano Kari Voutilainen, uno de los grandes nombres de la alta relojería contemporánea, cuyos modelos son acaparados por ricos coleccionistas de todo el mundo.
Los neoemprendedores intentan sacudir un sector conocido por su conservadurismo e inmovilidad a la hora de considerar otros modelos de negocio. Thomas Baillod, nacido en Neuchâtel, ha lanzado un reloj con tourbillon por menos de 5 000 francos para demostrar que el reloj de gama media sigue teniendo un lugar en una industria cada vez más orientada al ultralujo.
Están surgiendo otras iniciativas para intentar atraer a una nueva clientela apasionada por la relojería, pero que no tiene necesariamente los medios para permitirse relojes que cuestan varios miles o decenas de miles de francos. La empresa emergente Initium, con sede en el cantón del Jura, ofrece montar su propio reloj mecánico y llevárselo al final del día. Un concepto que hemos probado nosotros mismos.
A pesar de todas las crisis que ha atravesado, la última en 2020 con la pandemia de la COVID-19, la prudente actitud de la industria relojera le ha permitido capear muchos temporales y evitar sucumbir a las modas. Los relojes mecánicos producidos en Suiza siguen siendo un símbolo de estatus, como lo demuestra también la existencia de un mercado de falsificaciones y un mercado gris.

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